Vallenar: Gioconda Castillo la profesora literata de la ‘ciudad educadora’

Gioconda Castillo la profesora literata de la ‘ciudad educadora’Caminando, esquivo y me adentro en unas calles entremezcladas con pasado y modernidad que me sitúan en un lugar con mucha historia en Vallenar.

Al tocar el timbre en una casa con un alto guayabo y verde jardín, abre la puerta la señora Gioconda Castillo Villalón, quien me recibe haciéndome parte de una conversación profunda luego de decirme: “Me la paso tejiendo sueños”, mientras observo la mesa junto al comedor llena de lana, palillos y colores.

Ella es una mujer que nació “al sur de Freirina, en Quebradita”, escritora y profesora, quien le trazó párrafos a la tierra, a los esforzados mineros y a la maestra en sus publicaciones, además de formular material de apoyo para el aprendizaje de los más pequeños, reconociendo ahora, 2015, que: “me daba mucha tranquilidad escribir”.

Recordando, me especifica que sacó “hornadas de 1° a 6° básico en los años 60´ y 70´, específicamente en el tiempo de la Reforma Educacional del gobierno de Frei, trabajando en la Escuela n° 2 en aulas de Lenguaje e Historia, donde además de hacer las cosas lo mejor posible, investigó leyendas de la zona, ya que les preguntaba a los niños y niñas, y si no sabían, ella tenía la trama auténtica, por ejemplo la Leyenda Tololo Pampa.

En la visita, abre el cierre de un bolso negro para incorporar a nuestra conversación sueños y sensaciones hechas letras. Gioconda se pone sus anteojos y poco a poco, cubre la atmósfera de este encuentro en una tarde de invierno en Vallenar con su literatura.

¿Tiene alguna conexión con los mineros?

“Mi mamá me contaba sobre ellos y tengo un tío minero”

Sobre un mueble hay un cuadro con una casa y un Pimiento; ¿Qué le pasa con la casa de su familia? Cuénteme sobre las riquezas de su vida.

“La casa tiene tejas de alerce y pino oregón. La tragedia fue ir y no ver la casa, solo el Pimiento”. Allá empezaron a explotar en los años 1700 y aun sacan minerales (Freirina). Las que están ahí no son Torres, son Chimeneas; Eso se lo dije al Alcalde Norman de y se lo expliqué preguntándole: ¿Ha visto una Torre echar humo”.

¿Cómo considera que es una buena clase de Lenguaje o Castellano?

“Depende del curso. Yo a mis niños desde tercer año le inculqué la escritura. Le hice hacer relatos, cuentos como el Érase Que Se Era, que se trata de una mamá… Yo hacía escribir cuentos a niños y los profesores les dije el método y ellos también lo hicieron y funcionaba”.

Nos adentramos al repaso de las hojas de sus escritos donde veo una consecuencia de esas jornadas que tuvo con sus alumnos o alumnas en un libro titulado: “Leyendas de Atacama y Otros Cuentos”, siendo la primera edición en el año 2006 y la segunda el 2009, además de relatarme un pasaje muy íntimo de su vida de cuando volvió a Quebradita a ver la casa de 19 piezas en la que vivió con su papá, pero solo encontró “El Pimiento Solitario”, razón del libro que hoy hojea, evocando aquel árbol simulando en su mente el vestigio del hogar que la cobijó en sus épocas iniciales.

Antes de leer “Los Caminos de Esta Tierra”, me dice: “Fíjate si no parecen telarañas los caminos del cerro en el norte”, porque precisamente entreteje metafóricamente las vías de los lugares que visitó y recorrió.

En el caso del relato “Mi Última Lección”, para muchos se denota el talento artístico en la pluma de Gioconda Castillo Villalón porque este escrito ha sido premiado a pesar de que me explica que: “No lo postulé y gana en todos lados”, agregando antes de leerlo que: “Intentaré no llorar”, y modula con un tono maduro sus líneas y luego del punto final, me mira a los ojos y dice: “Me dediqué a los niños, nada más”, soslayando una lección vital.

Gioconda, desde su inspiración, también nos habla de naturaleza, flora y fauna, como es el caso de “Donde Florece El Desierto”; “El Grillo De Mi Jardín”y “El Cantor De Mi Jardín”, de donde extrae la lectura narrando un casero momento vivido hecho papel, que se origina en el verde espacio de su casa un día cuando “estaba comenzando septiembre” y dulcemente ella puntualiza sobre “un caracol y una rosa me contaron de tu existir”, refiriéndose a la visita de un insecto y de un regimiento de hormigas presentes en un macabro episodio que la hizo preguntarse “¿quién destruyó la belleza del cantor?”, traspasando esta sensible anécdota en poesía.

Siguiendo con el repaso por la vida de la escritora, especifica que “He vivido alimentándome de sueños. Sé que ya he cumplido y bien. Lo último que hice fue Leyendas de Norte a Sur, donde aparece La Silla del Diablo en Punta Arenas. ¿Usted ha visto la Silla del Diablo?”, me pregunta y al decirle que no, me comenta que “caminamos y vi cómo las rocas formaban una silla gigante,  a lo que fui a pesar de que me decían que no encontraría nada. Al llegar al lugar que vimos, no existía”.DSC01995

Al hablar de cómo se ha sentido últimamente, me lee “Urgencia”:

“…Quiero

En suaves versos desnudar mis sentimientos

Desgranando un rosario de ilusiones

En horas que se vuelas por momentos…”

Prosigue leyendo “La Canción del Minero” y “El Pirquinero” donde cada verso está hablado de diferentes maneras, con respiros distintos y siempre manteniendo la misma fiel cortesía a lo literal y literario, el inunde de la profesora de cantos al pasado que está intacto para ser descubierto y estrujado por intrépidos lectores.

En el caso del escrito “El Copihue”, éste fue solicitado exclusivamente a través de una carta de solicitud que venía de parte de un sacerdote, pero que ella solo sabía que era una persona que lo necesitaba y por ende, escribió dos versiones pensando en que “tuvieran los niños grandes uno y otro los chicos. Yo no sabía si la persona era profesor, pero escribí sobre la lucha de los mapuches, quienes
llevan 500 años en eso y se lo envié.”

Al preguntarle su recorrido de vida, ella me responde que vivió en Quebradita y después se fueron a vivir cerca de Tal Tal, ella estudió en la escuela en Chañaral y luego desarrolló la época liceana en Copiapó en el Liceo Mercedes Fritis, pasando a rendir el Bachillerato en La Serena para adentrarse al mundo del Lenguaje educativo para niños y niñas.

“Yo estudié porque junté plata un año trabajando y llegué al internado en el Convento de Providencia donde antes de mí no recibían a estudiantes normalistas, pero luego terminaron recibiendo”

“Las escuelas normales solamente formaban a profesores básicos. En la Universidad se estudiaba para profesores que enseñan hasta 6° de estudios. Gracias a Dios y con mucho sacrificio salí n° 1 de mi generación y pude elegir dónde irme a trabajar y elegí Vallenar; Llegué de reemplazo en la escuela que estaba ubicada donde está la UDA (Universidad de Atacama) ahora. Luego trabajé en la escuela n° 3 donde la profesora tuvo su pre y pos natal y renunció.

Estoy satisfecha. Tengo una ex alumna que me llama todos mis cumpleaños, se llama Gloria Marín y para Navidad o Año Nuevo también”, comenta revalidando el aliento que le brindó a su alumnado y, en general, a la gente y ahora a quien lee este artículo.

Por Nilza Paulina Mardones www.revistatierracultah.cl/?p=6967