Magyory, la historia de la joven con discapacidad cognitiva asesinada por su pareja

Su madre cuenta desde Huasco que pidió ayuda a las autoridades para que recibiera atención especializada, pero no fue escuchada.

Magyory Ponce Barrios tenía 20 años cuando fue asesina en Bucalemu en la región de O´Higgins, a más de 900 kilómetros de su tierra natal, Huasco, donde a pesar que muchos la conocieron, pocos estuvieron presentes dándole el último adiós.

El 13 de mayo, la pareja de Magyory llamó a Carabineros alertando que la mujer había tenido un ataque de epilepsia, trató de contenerla, pero había muerto. Sin embargo, los peritajes revelaron una situación distinta; había sido golpeada, lo que quedó en evidencia por las lesiones internas.

Luego de las pericias, el presunto autor del hecho de 32 años fue detenido y formalizado por femicidio.

El cuerpo de la joven fue trasladado hasta Huasco, donde fue sepultado. Con dolor su madre cuenta que tocó muchas puertas en la comuna para que la ayudaran con su hija, pero a pesar de ello las instituciones y la familia fallaron.

La historia

Según relata Jasmin Barrios, madre de la joven, Magyory tenía cambios repentinos de ánimo y un déficit cognitivo. Era una niña de unos 10 años en un cuerpo de mujer.

En 2006 Barrios decidió pedir ayuda al Juzgado de Familia, y la niña vivió durante unos nueve años en una institución dependiente del Sename en Coquimbo. Cuando faltaban pocos días para que cumpliera los 18 años, la joven volvió a un hogar en Freirina y cuando cumplió la mayoría de edad salió del recinto. «Me entregaron su ropa, me dieron sus medicamentos, tomaba hartas tabletas. Una vez fui al siquiatra con ella y le dijeron que ella era mayor de edad, y se arrancó, me pegó y se fue».

La joven comenzó a deambular en la calle, cuando iba a la casa varias veces se puso agresiva. «Conversé con autoridades de la comuna para internarla en algún centro, con abogados. Mi hija vivía en la calle, estaba metida en la droga, se arrancaba. Abusaron de mi hija, como tenía retraso».

Magyory limpiaba autos en Vallenar y fue así como conoció a su pareja, quien sería su asesino. Por su labor, muchos la sabían de ella en Vallenar. «Yo luchaba porque ella era una niña, en todos lados la conocían. Acá fallamos, yo también fallé, es demasiado tarde. Yo a mi hija no la quería en un cajón, cuando murió Marta (Bustos) yo pedí que la ayudaran, yo les dije por el Facebook, la segunda va a ser Magyory, ayúdenme por favor», cuenta.

Jasmin, señala que lo que ella buscaba era hacerse cargo de la joven y que también tuviera una atención especializada, de acuerdo a las necesidades médicas que tenía. «Quería ayudarla, tenerla en la casa con los medicamentos, tenía problemas sicológicos. Estamos hablando de una niña de 10 años de mente. Las instituciones para qué están, a nosotros nadie nos enseña a ser papás con niños normales, menos con una niña con retraso. Ella en un momento estaba muy contenta, después nos golpeaba, se cortaba los brazos».

El triste final de la joven ocurrió la semana pasada, en Bucalemu, un viaje de la pareja que terminó con la joven asesinada. Hoy su familia quiere que su historia no se vuelva a repetir. «Pido justicia, que nadie pase por lo que pasé yo, que seamos escuchados, no sean indolentes con un ser humano, la gente veía a la Magyory, pero ella era invisible para los demás», comentó su madre.

En la ceremonia de Magyory, a pesar de ser un asesinato de connotación social, según su madre no hubo autoridades que fueran a darle el sentido pésame. «No fue ningún concejal de la comuna, ninguna autoridad. El hombre se ensañó. En Huasco, yo caminaba día y noche para buscarla, ahora me pregunto por qué no la fui a buscar al sur. A mí no me ayudaron a que mi ‘magita’ no llegara así, era una niña de bien, yo me desvivía por ella. Era una niña, nadie escuchó nada, golpeé puertas y puertas. Mi hija me tenía a mí, para muchos era un estorbó en la sociedad, en la escuela, donde nunca se sintió así fue en la calle», dice con voz entrecortada por la emoción.

Relata que conversó con juntas de vecinos, concejales, y con quien podía para que la ayudaran, pero recalca que no se hizo nada. «Decían que iban a hacer algo, los políticos, al final no hicieron nada, ahí llegó mi hija en un cajón. Dejé los pies en la calle, mi dignidad».

«Mi hija daba mucho amor, no la supimos valorar en la escuela, en ninguna parte. La ‘magita’ fue un estorbo para la sociedad y para muchas personas y eso me duele. Yo peleé para que ella fuera feliz». |

Fuente: Diario Atacama